sábado, 25 de julio de 2015

Ligera fijación que rozó con el destino

Cuenta la leyenda, mejor dicho mi mamá, que cuando era una insolente y pequeña niña ya contaba con una ligera fijación que pueda ser la causante del punto en mi vida en el que estoy. No soy quién para negarlo. No, no estoy hablado de la obsesión de encontrar una felicidad ni del chocolate. No piensen si quiera en el amor - aunque tal vez se le acerque-. 
La leyenda dice que cuando mi mamá se sentaba a estudiar para sus exámenes, momentos antes ella colocaba una colcha sobre el suelo y ahí acomodaba mis muñecas; ése era mi espacio, donde podía déjarme hacer lo que quisiera con el fin de no molestarla. El propósito de vez en cuando se cumplía.
 Ya que existieron veces, más que menos, en las que sutilmente me paraba de la colcha me dirigia a su mesa de estudio, me sentaba en la silla de a lado y la veía por minutos. Observaba cautelosamente los gestos serios que ella mantenía mientras estudiaba, copiaba, subrayaba, tachaba páginas y páginas que contenían figuras geométricas con letras. Libros grandes. Libros de más de 400 hojas. Libros que a mi mamá le provocaban seriedad, concentración y disertación. 
Un día, de esas tantas veces, me decidí por ursupar, más de lo común, su espacio. Tomé uno de esos libros, me bajé de la silla, lo lleve a mi colcha, coloqué a mis muñecas a mí alredor y abrí el libro con ellas. Tal vez en aquel momento yo no comprendía bien lo que hacía con un libro; sólo automáticamente aprendía a pasar página tras página después de ver figuras y letras que ni distinguía del todo. Sólo repetía un patrón de observación que me enseñaba mi madre. 
Es ahí, desde el punto de vista de mi madre, donde todo comenzó. 
Admito que la historia me gusta, y más cuando la cuenta mi madre. Me hace pensar que soy especial. 
Libros, amo los libros. Tal vez ya de niña pues desde esa experiencia era muy dificil no verme sin uno, aunque no supiera leer. 
Me encantan sus diferentes tamaños, sus portadas, sus lomos, las hojas de cortesía, la tipografía, los pequeños detalles que demuestran errores de edición, de corrección, de encuardenación o aquellos que lo vuelven una excelente creación. Pueda ser que por todas estas pequeñas y ligeras fijaciones esté a mis veinte años estudiante Literatura y deseando llegar, en algún momento, a ser editora. 
Amo los libros no porque me guste escribir, o en ocasiones leer, si no porque los veo como objetos de perfección. Ya sea por el texto, por la presentación, por lo que me dejan o se llevan de mí. 
Pienso en los libros como pienso en la comida. Si no hay pasión para prepararlo, no hay que hacerlo (por esta razón, no cocino - aunque viva lejos-).  Veo a los libros y puedo amarlos u odiarlos. 
Tal vez esta divagación no tiene un fin más que hablar de esta filia, pero creo que es acertado darme cuenta de esto porque sólo así entiendo que hago con mi vida, por qué estudio lo que estudio, por qué mi personalidad es así, por qué soy dura con las personas que mi piden consejos en la parte académica o en la compra de libros. 
Cuando estoy triste me encanta, y me ayuda, abrir un libro, ya sea con el fín o no de leerlo, pero me doy cuenta de avances. Un libro puede aportar más de lo que uno piensa. No es que yo apoye la campaña de lectura, si la gente quiere hacerlo que lo hago si no, de lo que se pierden. Considero que un libro es un reflejo, un espejo; puede estar en el texto mismo o en el concepto del libro. Compro un libro porque estoy segura de que en él encontraré algo de mí misma, si me equivoco aún terminó ganando ya que al menos sé que aquello no me gusta. 
Escoger un libro es como escoger pareja: uno se toma su tiempo. Una de las razones por las que desespero a la gente y por la que muy pocas personas suelen acompañarme a una tienda de libros- de hecho, son las que comparten o entiendo lo que pienso- . Al entrar a una libreria, uno entra en otro tiempo en donde ni siquiera hay tiempo, sé que puede sonar absurdo pero no lo es. La libreria es un interior estructurado pero a la vez tan revuelto que hay de todo y para todos e incluso en ocasiones llegas a sentir que no hay nada para ti; ya lo he dicho, es como el amor. 
Me encuentro feliz, compro libros. Estoy deprimida, veo libros. Tengo quehacer escolar, organizo libros. Quiero novedad, leo libros. 
Tal vez tenga razón mi madre y tenga una ligera maldición que para mí sólo es un gusto más entre todo lo que me caracteriza. Lo repito, uno tiene que saber qué le gusta y por qué, ya que sólo así podremos tomar las decisiones que en su momento consideremos correctas. Por ello, esta madrugada reflexiono sobre esto porque es la manera de explicarme mis decisiones y darme cuenta en el último mes he comprado más libros que de costumbre. 

martes, 23 de junio de 2015

Viajes

'Viajes': Experiencias que terminan por enseñarnos algo. 
              Sucesos que nos marcan. 
              Miedo a lo desconocido. 

Una palabra que, para mí, encierra mucho. Fue el suceso, más esperado y temido, que hace dos años me marcó.   

Hoy una de mis mejores amigos se embarca en uno. Se va con la esperanza de olvidar. Ya sea el amor, el desconsuelo, la frustración, la ira. Verla hoy, escuchar lo que me dijo... y sólo pensar en lo dificil que es amar. 

'Los viajes siempre nos cambian.' Lección que he aprendido en los dos últimos años. 

No entiendo para qué tanto drama, si sólo se va por dos semanas. Pero es justo ahora cuando veo la delicada línea del eterno retorno. 

"[...] el Pasado es el Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de mañana. Son una misma cosa: el conocimiento y el sueño."

Cuando miro y entiedo a través de su experiencia lo que tanto tiempo he dejado de comprender. Lo que necesitaba para agarrar el ritmo, para regresar al mundo. 

Ahora sólo sé otra lección que me dejó este pequeño viaje de regreso a mi primer hogar, con el fin de que cuando vuelva a M. todo pueda ser un poco más divertido: No es cuestión de resignarse al cambio ni de sobrellevarlo. Se trata de vivirlo, de ser uno con el. Consiste en acomodar la maleta, ponerse un buen atuendo y disfrutar del viaje. 

sábado, 25 de abril de 2015

Pasos, distancias, tropezones

Antier descubrí que los lazos pueden modificarse en diversas proporciones. Al inicio de la noche pensaba en dar sólo un paso, el cual tendría que ser directo y con pocas consecuencias. Al transcurso de la salida me di cuenta que el paso podría prolongarse a algo más. Para el momento decisivo, estaba ofreciendo más distancia que no me imaginé dar tan pronto. Pero entre pasos y pasos, me tropecé. Nos tropezamos. No sé bien y no entiendo qué pasó realmente, pero quiero creer que fue por un bien mayor. 
En el amor, como en la amistad los pasos parecen darse con seguridad pero realmente, cuando miras con atención, te das cuenta que éstos corresponden más al tanteo. Algunos dirán que en el amor o en la amistad no se juega, pero que equivocados están, deben saber que estos territorios son los preferidos de la raza humana para tirar los dados. Amamos el juego del sexo, el juego del enamoramiento, el juego de la confianza, el juego de la compañía. Amamos a arriesgar sabiendo que se puede perder algo. 
Por lo tanto, yo decidí jugar. Tal vez ni siquiera fue una decisión, cuando vi ya estaba en el juego. Pero no gané ni perdí, he de confesar. De hecho, el paso provocó distancia pero no la adecuada. Y ahora me veo aquí, esperando sea la hora para verlo y darnos cuenta de lo fácil que es provocar la incomodidad en el territorio más cómodo de una amistad. 

sábado, 11 de abril de 2015

νόστος

Hace unos minutos terminé de leer la obra de teatro que escribí a mis dieciocho años y me di cuenta, como alguna vez señaló Pedro, que lo que escribimos siempre revelará algo de nosotros, puede ser el sueño más querido hasta el más oscuro. A esta idea la secunda los diversos cuestionamientos en los que me he visto atrapada en la semana.
Yo no soy una fiel servidora al arte de la escritura, de hecho no me considero buena en ello. Me gusta redactar textos académicos hasta los textos sin sentido, pero no es una de mis grandes pasiones (nótese las pocas entradas del blog), lo mío, me atrevería a decir, es descifrar, corregir, analizar lo ya escrito. Tal vez por eso mismo, soy una persona que suele sucumbir a la nostalgia de manera muy fácil, por ello, sin esperarlo me encontré leyendo ese pequeño texto dramático de ocho páginas, dos años después de haberlo llevado a escena.
Tal vez tenga razón ese crítico cultural y analizamos las cosas de acuerdo a la distancia en la que nos encontremos. Leo la obra y sólo puedo pensar en lo que he vivido en estos dos años, en las lecciones que he aprendido, en los hechos que he llevado a cabo, en las emociones que sentí, en las risas y llantos que viví. No quiero decir que todo esto esté relacionado con la obra, si no que de cierta forma Pedro tenía razón: yo escribí lo que deseaba vivir.  
Este pequeño viaje en el que me he visto sucumbida en la última hora de mi vida ha sido un νόστος (nostos, regreso), no podría decir que este momento haya sido nostálgico porque no me viene a causar un cierto dolor o anhelo, de hecho, lo consideraría más bien como una relectura. Porque no siempre todo regreso debe ser anhelado, querido o doloroso; yo no quiero regresar a ese momento, tampoco lo anhelo. Lo aprecio, es cierto pero porque me enseña algo, el regreso es eso ‘el mirar atrás’.

Yo miro con amor este viaje, como me miro a mí cada mañana, porque ya no es lo que era. 

sábado, 7 de marzo de 2015

Mi libertad romántica: ser lo que soy

“El romanticismo supone una ruptura con una tradición,
 con un orden anterior, y con una jerarquía de valores culturales
 y sociales, en nombre de una libertad auténtica […]
 ‘Lo <romántico> – como dice Marcel Brion – es un estilo
y una concepción de la vida;
romántico es algo que se expresa de una determinada manera,
no limitado en el tiempo y en el espacio’ […]”

No importa  el por qué pero nunca dejaré de ser quien soy. No dejaré de ser esa mujer que aún tiene un lado de niña. De ser cursi por una sociedad que lo ve como tontería. De tener el lado romántico de la vida por un mundo en que cada vez los actos de pasión son mal vistos. De creer en que siempre vendrá algo mejor por culpa de ese lado pesimista de cada día. Hoy entendí que no dejaré de ser tantas cosas, porque quiera o no, éstas son las que me identifican, las que me definen, las que dan un significado a mi vida, a lo que hago y creo.
No dejaré de ser esa Nana que tiene la habilidad para sacar accidentes de las situaciones menos esperadas, esa niña que puede llegar a hartar con un optimismo proporcionado, esa joven de una voz aguda y una risa escandalosa. No la dejaré.
Parece no tener sentido todo lo anterior pero debo agregar que esto deriva de una situación que no creí que fuera a pasar. Repetí un canon que practicaba, por excelencia, antes de estos dos últimos años: di el primer paso con un chico.
Cuando tienes doce años, el noviazgo es lo más nuevo para ti; tratas de esconderlo pero no sabes cómo, la felicidad es tanta que te consume. Cuando llegas a los quince, éste poco a poco adquiere otros matices y tienes que aprender a saber qué esperas de él. Cuando de pronto te ves en los diecisiete, el noviazgo está lejos de serlo o estar presente. Pero cuando llegas a los dieciocho, diecinueve y veinte, quieras o no, éste se complica. Ya no significa lo mismo que hacía tantos años, puede ser mejor o puede ser peor. Todo depende a que tan dispuesta estás a ser parte de él.
Pasar por todo esa transición es lo que hace que aprendas poco a poco cuales son las grandes diferencias entre el interés, el gusto, el deseo sexual y el amor. Yo lo voy aprendiendo poco a poco. Puedo decir que bajo mi experiencia, era tan fácil ser partícipe del interés, el gusto y del deseo sexual que del amor. Tan fácil al punto de saber cómo manejar todo sin tener que cruzar por  la flecha de Cupido. Cuando veía que su flecha estaba del otro lado de juego, con toda la decencia posible, me alejaba. Al punto de que cuando creí estar lista para aquél, las cosas no salían como esperaba. Y cuando menos lo pensé me vi enamorada y, después, me encontré amando a alguien.  
Hoy soy partícipe de otro gran descubrimiento: el saber que todo lo que me caracterizaba antes de esa relación amorosa, no está tan perdido como creí. Hoy me atreví a regresar a la práctica de saberme dueña de lo que quiero y de lo que siento. No funcionó como esperaba pero resultó ser muy útil. Les cuento: hace semanas me di cuenta que comenzaba a ver con otros ojos a un compañero de mi carrera y que casualmente es uno de mis grandes amigos de este nuevo hogar. Yo no quise pensar en eso porque, siendo sincera, no quería afectar la amistad. Pero, en estos últimos días, hemos hablado y salido más. Esta noche, con el valor que te puede dar una plática que incluya una cerveza, le confesé que me estaba empezando a gustar. Él simplemente me respondió en pocas palabras y de la manera más respetuosa, que puede como mi amigo: “Déjate de tonterías, eres mi amiga y, bien sabes, que no me gustas”.
Adoré tanto su respuesta, porque me había entendido. La cuestión no era declararle mi gusto o aceptar su rechazo, era el hecho de la conexión: los lazos nunca se cambian o transforman tan fácilmente. Yo acepto que le quiero, pero no de la forma que tal vez creo y él lo sabe, por eso su respuesta. Veo en él alguien que mira una parte real de mí a lo que otras personas en M., no han podido ver.
Amo ese lazo; que no es tan fácil de quebrantar. Amo esas situaciones que poquito  a poquito lo van cambiado todo. Por ello, el inicio de esta entrada: no puedo dejar de ser lo que soy. No porque en este momento de mi vida no pueda encontrar a alguien con quien compartir lo que hago, simbolice dejar de hacer lo que me gusta, lo que soy; ya no puedo permitirme eso, ya no.
Porque este lado romántico hacia la vida que está impregnado en mí va más allá de lo que alguna vez creí. Por ello me siento tan identificada con los escritos de Goethe, con las ironías de Wilde, con la poesía de Plath, con la nostalgia de Durrell, con la búsqueda de Joyce, con la no-acción de Sterne; por el simple hecho de experimentar a la vida, el anhelado encuentro con lo sublime que no es más que la purificación de nuestras pasiones.
Poco a poco me voy purificando. 

martes, 3 de marzo de 2015

Como esté tu cuarto, está tu mente

Bien lo expresaba el dicho y hasta estos días lo confirmo: como esté tu cuarto, está tu mente. En mi caso aplicaría: como esté mi cuarto va a estar mi vida. Ya que durante este fin de semana me la viví arreglando todo lo que pude y realizando el mayor número de tareas posible, entre ellas la primera exposición evaluativa del semestre – la cual, debo agregar, fue muy buena –. 
La verdad es que mi habitación está arreglada: un libro acomodado, una cama tendida, un escritorio desocupado y un tocador limpio; mientras que mi mente ahí va por la vida construyendo poco a poco todo, al menos ya tiene ciertas ideas para los trabajos finales.

Imagen ilustrativa

martes, 24 de febrero de 2015

Madrugada

Después de un mes de un nuevo semestre escolar, estoy aquí; sentada frente a un escritorio de madera resolviendo conjugaciones del verbo mirar en griego a las tres de la mañana y con la profunda necesidad de escuchar a Miguel Bosé. En eso se reduce una desvelada de estudio.
Llevo un mes de clases y ésta es la primera desvelada del semestre por una tarea. El sábado pasado no dormí por ir a bailar con amigos y las consecuencias fueron que tanto el domingo y parte de mi mañana del lunes durmiera, a más no poder,  y así faltar a dos clases del día. Lo cual hizo que me sintiera muy mal, ya que nunca me he creído el tipo de alumna que falta a clases por causas de divertimento. Pero bueno, como dice el dicho: una vez al año no hace daño.
Mi desvelada, aparte de reducirse en la tarea de griego, también tiene el propósito de enfocar mis propósitos del semestre, lo cual se supone debería haberse trazado a la primera semana, pero no sé por qué he resultado ser un caos ahora. Yo no sé si por fue un término de ciclo el verme de nuevo en M., el enamorarme y que las cosas no funcionaran, el entrar a los veinte; no lo sé pero de lo que estoy segura es que estoy experimentando esa famosa Kenosis.
Uno de los autores que más me ha cautivado en la vida, y del que ya he hablado anteriormente en este espacio, es Salman Rusdhie quien en la novela El suelo bajo sus pies destruye y crea mis nuevas esperanzas hacia la vida. Él expresa en el capítulo en donde narra el cómo se desarrolla y vuelve a nacer el amor entre los personajes principales de las desgracias. Expresando que todo ser humano es complice de dos elementos que interactúan costantemente para hacer el movimiento de la vida propia, éstos son la kenosis y plerosis:

Al terminar un ciclo de tiempo, dicen, experimentamos la kenosis, un vaciamiento. Las cosas pierden sentido, se deterioran […] La decadencia del tiempo, al final de un ciclo, lleva a toda suerte de efectos venenosos, degradantes, envilecedores. Hace falta una limpieza. […] La plerosis que llena el tiempo con nuevos comienzos, se caracteriza por una época de poder superabundante, de excesos salvajes y fructíferos. Sin embargo, ay, esas bien modeladas teorías no consiguen totalmente explicar el desorden de la vida real. La limpieza y la renovación del tiempo produjeron realmente algunos resultados beneficiosos, pero sólo en las vidas de los propios amantes. Ellos, es cierto, cobraron muchas energías con su nuevo amor; pero a su alrededor, las catástrofes continuaron.

Es cierto que yo no tengo un amor con el que pueda crear algo y dejar que las catástrofes a nuestro alrededor sigan, a no ser que sea, como alguna vez dijo Oscar Wilde, amarme a mí misma para iniciar la gran aventura de la vida, porque ésa ya está implícita en todo este proceso.
A lo que quiero llegar con esta cita es a la reflexión que tuve mientras me distraía estudiando griego. Hace meses tenía miedo a ese vaciamiento, no quería vivirlo, no quería saber que mi existencia sería insignificante para los otros. Por azares de la vida, o tal vez por la depresión de los 19’s, me perdí en la kenosis, a un punto en que ni uno mismo se reconoce. Ahora estando de nuevo en M., y tratando de estar siempre con la mirada en alto, aunque escuchando canciones cursis, intento vivir  nuevos comienzos, queriendo creer que esta nueva experiencia sea una plerosis más en mi vida.
Un mes después me sirvió para entender la importancia de por qué yo esté en esta ciudad, el porqué de estar en los 20’s, el porqué de creer en algo más allá de uno (que en mi caso sería la literatura), el porqué de que pueda trabajar mejor de madrugada que de tarde, el porqué de la vida que en sí se reduce al cambio, a la transformación; o como deseo verlo y entenderlo esta noche a una conjugación.
Al final de cuentas todo depende de cómo mires las cosas.
Iré a conjugar el verbo mirar en mi vida como en mi libreta.

sábado, 14 de febrero de 2015

Entre amores y desesperaciones

Intret amicitiae nomine tectus amor.
Que el amor entre disimulado bajo el nombre de amistad.
(Ovidius. Ars Amandi, I, v. 720)

Sería una completa mentira el no decir que uno también desea amar y ser amado, así como decir que una detesta este tipo de fechas festivas. Porque lo que importa no es haber festejado este día alguna vez en la vida si no ser merecedores de un amor que valga la pena narrar y de una amistad para cuidar.
Así que aquí estoy. Presente y sobreviviendo a un día en donde la barahúnda de mensajes comerciales tratan de inspirarte el amor que pocos saben dar. No veo nada malo en un día como hoy, ya que no soy una mujer anti-amor o enamorada. Sólo que tampoco soy una amante empedernida a la vida que quiera ver siempre lo bueno en ella.
Entre una plática con el que pudo haber sido mi amor de invierno y una de mis mejores amigas, estoy empezando a no encontrarle un sentido a la magia del amor; el primero me desespera y la segunda sólo se divierte con mi desesperación. 

Sólo dire... Amor, amor, te vas o te quedas de una buena vez.

viernes, 6 de febrero de 2015

¡Gracias, Chispa!

Cuando menos lo esperas, sientes la chispa. Esa pequeña emoción que lo cambia todo. Transforma rumbos, cambia sentimientos, rebasa sueños, mejora la vida. Imagino que aún estoy en el proceso pero, aun así, vivo la transformación. Apenas ayer les comentaba que no encontraba ese motor que me hiciera entrar al juego de estar en mi vida, esa vida que uno tanto anhela, la que uno construye y nadie más ordena. Hoy pareciera que la encuentro o que ella se aproxima cada vez más.
Ese cielo, esa felicidad que uno desea se vislumbra a lo cercano pero aún queda algo más por hacer: la gran batalla, o mejor dicho, las grandes batallas que, se quiera o no, cuando uno está solo, vive solo, duerme solo, terminan siendo más desafiantes a lo que alguna vez uno imaginó.
Hace dos años no lo veía de esa manera. Estaba emocionada, deseaba aventurarme,  quería mi libertad – cosa que entendía de otra forma y que según mi lógica,  no podía adquirirla estando en O., cuando en realidad siempre estuvo ahí pero no sabía cómo hacerme responsable de ella –. Al estar en M., mi vida cambia, yo cambio. No soy la niña que se aventura por locura si no que ahora me aventuro con decisiones, porque uno reconoce que al final quien te cuida mejor es uno mismo.
No temo a la responsabilidad más que la que sé que no puedo soportar. Siempre me he creído más madura a la edad que tengo, pero estando sola te enfrentas contigo mismo y lo dudas todo. Empiezo a  creer que sí existen los enemigos y que es principalmente, el más fuerte, uno mismo. 
Han pasado días, meses, años y voy aprendiendo a tolerarme, vivir conmigo misma, a soportar y disfrutar de la soledad y entender que realmente nunca estás sola, aunque así lo sientas. Voy comprendiendo tantas cosas de la vida que ésta se me asemeja al teatro que tanto me gusta leer y ver. Pero como les venía diciendo, he encontrado la chispa. Que no viene a ser más que el amor a lo que haces y ver, gracias a ese otro que no eres tú, que ese amor puede dar frutos.
Por esa chispa que me cambió la tarde-noche: La Amistad. ¡Salud!
Entiendes que la chispa, el elemento, la razón de ser – cómo quieras llamarle – no aparece así porque sí, si no que hay circunstancias que te conducen a ella,  por esa razón esta noche escribo esto. Escribo porque quiero agradecerle a las circunstancias que transforman ese todo que llamamos vida:
·        Agradezco que la soledad tanto la compañía dejen lecciones.
·      Agradezco que, sin importar el por qué, la gente se acerqué y vea que uno no está para joder.
·       Agradezco que aunque uno se sienta solo siempre hay alguien que te ofrece sus brazos.
·        Agradezco que el mundo no es fácil porque si no ya me hubiese hartado.
·      Agradezco que aunque se vayan los objetos materiales, lo que realmente importa se quede conmigo.
·        Agradezco que amar también sea perdonar.
·    Agradezco, hoy más que antes, que la amistad exista y que me hayan tocado personas realmente maravillosas.
·    Agradezco estar en M., para poder estar más cerca de los sueños que quiero lograr.
·        Agradezco que cuando he caído, aún sin compañía, me he podido levantar.
·       Agradezco haber fracasado en el amor, unas cuantas veces, para así entender lo maravilloso y frágil de los sentimientos.

Y por último, agradezco, como dice la canción, a la vida que me ha dado tanto

jueves, 5 de febrero de 2015

Pequeños cambios de fortuna

Los veinte juegan más a la rueda de la fortuna. Es la conclusión a la que he llegado a lo largo de estas dos semanas. Días que han transcurrido de la manera más absurda, rara y divertida de la que podría esperar, aunque también hubo cosas malas.
    Llegaron los veinte durante la mañana del viernes, disfrutando con mis amigos de esta nueva ciudad… Resultando ser mejor de lo que me imaginaba.  Al día siguiente hubo un giro de fortuna en mi vida material (“objeto” que estuvo poco tiempo conmigo, se fue), del cual ya ni siquiera tiene sentido mencionar. De pronto,  llegó el regreso a clases para sobrevivir a otro semestre en la Universidad.
   La escuela no ha cambiado demasiado a como la dejé en diciembre. Mi grupo sigue siendo el mismo, las personas ya no me exasperan y estoy más confiada a lo que quiero  y me propongo a hacer ahí. Entendí que el salón de clases es un campo de batalla y que el diálogo, en ocasiones, no es la mejor opción. Las materias me atraen más que los meses pasados y, aun así, no encuentro el motor para impulsarme a entrar al juego del estudiante. 
   Tal vez sólo es cuestión de saber estar abajo como arriba… Bueno, al fin al cabo, es la primera impresión de los veinte, ya veremos después.

jueves, 22 de enero de 2015

Hogares y vida en proceso

Después de una semana de pre-festejos por mi cumpleaños,  me encuentro aquí,  en la otra ciudad que hoy, al fin, logré sentir como mía. Un año y medio de estar en M., de conocer sus paisajes, sus costumbres, sus pleitos;  puedo decir que  más pronto de lo que espero llegará a ser como un segundo hogar. Por el momento es un hogar en proceso. 
Esta última semana, desde la publicación anterior, me he puesto a reconsiderar muchas cosas sobre lo acontecido en este invierno. Una de ellas fue mi situación con S., la cual descubrí, tristemente, que no estaba destinada a ocurrir.  Aun creyendo esto,  tengo la esperanza de que el algún momento él y yo nos conozcamos bien y aceptemos al otro por lo que es. Ya sea para la amistad o para el Amor. Porque si lo hubiésemos hecho desde el principio,  nada de esto estaría pasando ahora. En cambio, habría sucedido algo maravilloso. Aun le quiero,  eso no lo niego pero ya no quiero tenerlo cerca de mí hasta que no sea el mismo a lado mío. 
Otra situación es que estos días me ayudaron a distraerme y superar esto con mayor facilidad gracias a los diversos pre-festejos que hice por mi cumpleaños 20.  Uno de ellos fue con la familia durante el fin de semana. Creo que nunca había disfrutado a mi familia como lo hizo durante estas vacaciones. El salir con ellos a más lugares de mi propio estado y haber dispuesto todas mis ganas y tiempo a apreciarlos más, ha valido la pena. Estando esta primera noche sin ellos después de un mes y medio, no siento que me hagan falta, en cambio los siento más cerca que nunca.
Mi pre-festejo con mis amigos del bachillerato fue otra onda. El chiste fue ir a un bar y de ahí a la casa de un amigo. Y así fue pero con otros resultados. Mis mejores amigas, las dos que tienen el mismo nombre, no pudieron presentarse más que una, que es D., la cual sólo estuvo unas cuantas horas. Pero igual, me divertí demasiado con los chicos que nunca pensé que fueran tan queridos por mí. No hace falta dar detalles de cómo se llevó a cabo el convivio en casa de uno de ellos, sólo diré, que resultó ser totalmente diferente a lo que alguna vez pensé.

Estando a unas horas de la llegada de mi cumpleaños y de empezar a creer que veinte años de vida valen la pena, estoy aquí construyendo hogares para mí. 

sábado, 17 de enero de 2015

El uno para el otro

Creí que era amor. Creí que era querer. Y tenía razón. Había amor y le quise. Lo que nunca esperé fue que la ironía se cumpliera. Hace unas semanas, una decisión lo hubiese cambiado todo. Pero me retracté. Ahora eso duele, quema y arde en este corazón. Sí hubiese seguido el corazón y no a la mente y al deseo, la historia hubiese sido otra.  Lo peor del caso es que no sé cuál me hubiera gustado más al vivir lo que pasó hoy. 
Ahora pensándolo con el corazón ardiente, veo que la historia con S era un juego en el que sólo yo apostaba. Él me podrá decir que me quiere pero no hay nada que me lo demuestre. No hay compromiso, no hay presentación, no hay ganas. ¿Cómo querer a alguien que te quiere así? A lo bobo. 
Creí que ahí estaban las piezas, a su lado. Apostaba el todo por el nada. Me preguntó que para mí qué era el amor, y sólo pude pensar lo que sentí por L pero con la esperanza de poder sentirlo pronto por él. S, el chico que se robó mi suspiro por cuatro años. S, el chico que ha roto mi corazón dos veces, y sólo se dio cuenta de una. 
Pienso en la historia perfecta que pudimos ser y me rio porque, si algo he aprendido es que, lo perfecto no existe.  Lo más seguro es que nunca haya estado presente un nosotros en esto. Lo peor de todo es que sigo queriéndole de la misma manera a que le quise desde ese día. 

No importa, seguiré creyendo que el amor es ese conjunto de elementos que no sabes por qué han de estar ahí pero están y congenian de una manera mágica entre los seres en un momento específico. Seguiré creyendo que el amor existe.

domingo, 11 de enero de 2015

Reabriendo corazones y espacios

Últimamente he leído demasiado la idea de que al contar tu biografía cuentas la historia de tu ciudad o al revés; yo no sé si sea cierto, pero cada vez que estoy de regreso a esta tierra... Pienso en toda una vida, mi vida. El hogar va más allá de la ciudad de dónde eres o del lugar en dónde te encuentres, el hogar es aquel donde te sientas pleno, completo y amado. Por lo mismo, he vuelto. 
Hace meses escribí mi última entrada del 2014 sin pensar que ésa sería. Muchas cosas pasaron durante los últimos meses que lograron que olvidara este espacio, no porque me sintiera mal o algo por el estilo. Eran las experiencias que debes vivir. 
Hoy estoy en el que siempre consideraré mi primer hogar, la casa que me vio crecer acompañada de mi familia, la ciudad donde pasé 18 años de mi vida antes de marcharme, la manera de vivir que me transformó y del hogar que también decidí dejar por temporadas para crecer y lograr sueños. Esta tierra me transforma, no importa lo mal que pueda venir de M., O, sabe que dosis darme de pasado y presente para mejorarme. Por ello mismo, estoy aquí. Recreando y rencontrándome con este espacio. Volviéndolo a hacer mío. Regreso a mis raíces.
Ya van para cuatro años – más o menos – de que comencé esta aventura de tener un blog, no sabía qué debía hacer sólo sabía que deseaba tenerlo. Empecé a escribir lo que sentía y pensaba; de pronto, salían las entradas y mis pensamientos al mundo. Nunca consideré las consecuencias hasta años atrás, cuando el blog se vio atacado por personas de mi círculo arruinando una hermosa amistad y relación amorosa. Desde ese momento, ya no me era fácil escribir en mi propio espacio. Poco a poco, el blog perdió la fuerza que tenía al principio y llegó su declive. Lo dejé y, meses atrás, lo eliminé definitivamente.
Pasó el tiempo y comencé otra faceta de mi vida, donde sabía que me encantaría volver a tener lo que en algún momento creé. Ante esa idea, nació este blog de Cantos… Recordando el capítulo 5 de El suelo bajo sus pies  de Salman Rushdie – libro que me cueste otro año, tal vez, terminarlo –, titulado “Cantos de Cabras” en donde se explota la idea del canto como una forma de narración y de encuentro con la vida y la experiencia conducida al amor. Idea que, completamente, atrapa a mí ser.  Si tomamos “Cantos de cabra” como una traducción literal que nos conduza al término Tragedia, tenemos una de las mejores expresiones poéticas de la literatura y la vida. Yo, como lectora, intento de actriz o de dramaturga, y estudiante de letras, lo tengo más que claro: la tragedia como una manera de apr(h)ender a la vida.
Ante esta situación, me encuentro reabriendo mi corazón, mi vida, mis pensamientos, mis acciones, mi ser a este espacio con la esperanza de que en algún momento éste sea un hogar para mí. 
Esperando decidan aventurarse conmigo, les doy una cordial bienvenida y un fuerte abrazo.