martes, 24 de febrero de 2015

Madrugada

Después de un mes de un nuevo semestre escolar, estoy aquí; sentada frente a un escritorio de madera resolviendo conjugaciones del verbo mirar en griego a las tres de la mañana y con la profunda necesidad de escuchar a Miguel Bosé. En eso se reduce una desvelada de estudio.
Llevo un mes de clases y ésta es la primera desvelada del semestre por una tarea. El sábado pasado no dormí por ir a bailar con amigos y las consecuencias fueron que tanto el domingo y parte de mi mañana del lunes durmiera, a más no poder,  y así faltar a dos clases del día. Lo cual hizo que me sintiera muy mal, ya que nunca me he creído el tipo de alumna que falta a clases por causas de divertimento. Pero bueno, como dice el dicho: una vez al año no hace daño.
Mi desvelada, aparte de reducirse en la tarea de griego, también tiene el propósito de enfocar mis propósitos del semestre, lo cual se supone debería haberse trazado a la primera semana, pero no sé por qué he resultado ser un caos ahora. Yo no sé si por fue un término de ciclo el verme de nuevo en M., el enamorarme y que las cosas no funcionaran, el entrar a los veinte; no lo sé pero de lo que estoy segura es que estoy experimentando esa famosa Kenosis.
Uno de los autores que más me ha cautivado en la vida, y del que ya he hablado anteriormente en este espacio, es Salman Rusdhie quien en la novela El suelo bajo sus pies destruye y crea mis nuevas esperanzas hacia la vida. Él expresa en el capítulo en donde narra el cómo se desarrolla y vuelve a nacer el amor entre los personajes principales de las desgracias. Expresando que todo ser humano es complice de dos elementos que interactúan costantemente para hacer el movimiento de la vida propia, éstos son la kenosis y plerosis:

Al terminar un ciclo de tiempo, dicen, experimentamos la kenosis, un vaciamiento. Las cosas pierden sentido, se deterioran […] La decadencia del tiempo, al final de un ciclo, lleva a toda suerte de efectos venenosos, degradantes, envilecedores. Hace falta una limpieza. […] La plerosis que llena el tiempo con nuevos comienzos, se caracteriza por una época de poder superabundante, de excesos salvajes y fructíferos. Sin embargo, ay, esas bien modeladas teorías no consiguen totalmente explicar el desorden de la vida real. La limpieza y la renovación del tiempo produjeron realmente algunos resultados beneficiosos, pero sólo en las vidas de los propios amantes. Ellos, es cierto, cobraron muchas energías con su nuevo amor; pero a su alrededor, las catástrofes continuaron.

Es cierto que yo no tengo un amor con el que pueda crear algo y dejar que las catástrofes a nuestro alrededor sigan, a no ser que sea, como alguna vez dijo Oscar Wilde, amarme a mí misma para iniciar la gran aventura de la vida, porque ésa ya está implícita en todo este proceso.
A lo que quiero llegar con esta cita es a la reflexión que tuve mientras me distraía estudiando griego. Hace meses tenía miedo a ese vaciamiento, no quería vivirlo, no quería saber que mi existencia sería insignificante para los otros. Por azares de la vida, o tal vez por la depresión de los 19’s, me perdí en la kenosis, a un punto en que ni uno mismo se reconoce. Ahora estando de nuevo en M., y tratando de estar siempre con la mirada en alto, aunque escuchando canciones cursis, intento vivir  nuevos comienzos, queriendo creer que esta nueva experiencia sea una plerosis más en mi vida.
Un mes después me sirvió para entender la importancia de por qué yo esté en esta ciudad, el porqué de estar en los 20’s, el porqué de creer en algo más allá de uno (que en mi caso sería la literatura), el porqué de que pueda trabajar mejor de madrugada que de tarde, el porqué de la vida que en sí se reduce al cambio, a la transformación; o como deseo verlo y entenderlo esta noche a una conjugación.
Al final de cuentas todo depende de cómo mires las cosas.
Iré a conjugar el verbo mirar en mi vida como en mi libreta.

sábado, 14 de febrero de 2015

Entre amores y desesperaciones

Intret amicitiae nomine tectus amor.
Que el amor entre disimulado bajo el nombre de amistad.
(Ovidius. Ars Amandi, I, v. 720)

Sería una completa mentira el no decir que uno también desea amar y ser amado, así como decir que una detesta este tipo de fechas festivas. Porque lo que importa no es haber festejado este día alguna vez en la vida si no ser merecedores de un amor que valga la pena narrar y de una amistad para cuidar.
Así que aquí estoy. Presente y sobreviviendo a un día en donde la barahúnda de mensajes comerciales tratan de inspirarte el amor que pocos saben dar. No veo nada malo en un día como hoy, ya que no soy una mujer anti-amor o enamorada. Sólo que tampoco soy una amante empedernida a la vida que quiera ver siempre lo bueno en ella.
Entre una plática con el que pudo haber sido mi amor de invierno y una de mis mejores amigas, estoy empezando a no encontrarle un sentido a la magia del amor; el primero me desespera y la segunda sólo se divierte con mi desesperación. 

Sólo dire... Amor, amor, te vas o te quedas de una buena vez.

viernes, 6 de febrero de 2015

¡Gracias, Chispa!

Cuando menos lo esperas, sientes la chispa. Esa pequeña emoción que lo cambia todo. Transforma rumbos, cambia sentimientos, rebasa sueños, mejora la vida. Imagino que aún estoy en el proceso pero, aun así, vivo la transformación. Apenas ayer les comentaba que no encontraba ese motor que me hiciera entrar al juego de estar en mi vida, esa vida que uno tanto anhela, la que uno construye y nadie más ordena. Hoy pareciera que la encuentro o que ella se aproxima cada vez más.
Ese cielo, esa felicidad que uno desea se vislumbra a lo cercano pero aún queda algo más por hacer: la gran batalla, o mejor dicho, las grandes batallas que, se quiera o no, cuando uno está solo, vive solo, duerme solo, terminan siendo más desafiantes a lo que alguna vez uno imaginó.
Hace dos años no lo veía de esa manera. Estaba emocionada, deseaba aventurarme,  quería mi libertad – cosa que entendía de otra forma y que según mi lógica,  no podía adquirirla estando en O., cuando en realidad siempre estuvo ahí pero no sabía cómo hacerme responsable de ella –. Al estar en M., mi vida cambia, yo cambio. No soy la niña que se aventura por locura si no que ahora me aventuro con decisiones, porque uno reconoce que al final quien te cuida mejor es uno mismo.
No temo a la responsabilidad más que la que sé que no puedo soportar. Siempre me he creído más madura a la edad que tengo, pero estando sola te enfrentas contigo mismo y lo dudas todo. Empiezo a  creer que sí existen los enemigos y que es principalmente, el más fuerte, uno mismo. 
Han pasado días, meses, años y voy aprendiendo a tolerarme, vivir conmigo misma, a soportar y disfrutar de la soledad y entender que realmente nunca estás sola, aunque así lo sientas. Voy comprendiendo tantas cosas de la vida que ésta se me asemeja al teatro que tanto me gusta leer y ver. Pero como les venía diciendo, he encontrado la chispa. Que no viene a ser más que el amor a lo que haces y ver, gracias a ese otro que no eres tú, que ese amor puede dar frutos.
Por esa chispa que me cambió la tarde-noche: La Amistad. ¡Salud!
Entiendes que la chispa, el elemento, la razón de ser – cómo quieras llamarle – no aparece así porque sí, si no que hay circunstancias que te conducen a ella,  por esa razón esta noche escribo esto. Escribo porque quiero agradecerle a las circunstancias que transforman ese todo que llamamos vida:
·        Agradezco que la soledad tanto la compañía dejen lecciones.
·      Agradezco que, sin importar el por qué, la gente se acerqué y vea que uno no está para joder.
·       Agradezco que aunque uno se sienta solo siempre hay alguien que te ofrece sus brazos.
·        Agradezco que el mundo no es fácil porque si no ya me hubiese hartado.
·      Agradezco que aunque se vayan los objetos materiales, lo que realmente importa se quede conmigo.
·        Agradezco que amar también sea perdonar.
·    Agradezco, hoy más que antes, que la amistad exista y que me hayan tocado personas realmente maravillosas.
·    Agradezco estar en M., para poder estar más cerca de los sueños que quiero lograr.
·        Agradezco que cuando he caído, aún sin compañía, me he podido levantar.
·       Agradezco haber fracasado en el amor, unas cuantas veces, para así entender lo maravilloso y frágil de los sentimientos.

Y por último, agradezco, como dice la canción, a la vida que me ha dado tanto

jueves, 5 de febrero de 2015

Pequeños cambios de fortuna

Los veinte juegan más a la rueda de la fortuna. Es la conclusión a la que he llegado a lo largo de estas dos semanas. Días que han transcurrido de la manera más absurda, rara y divertida de la que podría esperar, aunque también hubo cosas malas.
    Llegaron los veinte durante la mañana del viernes, disfrutando con mis amigos de esta nueva ciudad… Resultando ser mejor de lo que me imaginaba.  Al día siguiente hubo un giro de fortuna en mi vida material (“objeto” que estuvo poco tiempo conmigo, se fue), del cual ya ni siquiera tiene sentido mencionar. De pronto,  llegó el regreso a clases para sobrevivir a otro semestre en la Universidad.
   La escuela no ha cambiado demasiado a como la dejé en diciembre. Mi grupo sigue siendo el mismo, las personas ya no me exasperan y estoy más confiada a lo que quiero  y me propongo a hacer ahí. Entendí que el salón de clases es un campo de batalla y que el diálogo, en ocasiones, no es la mejor opción. Las materias me atraen más que los meses pasados y, aun así, no encuentro el motor para impulsarme a entrar al juego del estudiante. 
   Tal vez sólo es cuestión de saber estar abajo como arriba… Bueno, al fin al cabo, es la primera impresión de los veinte, ya veremos después.